Entre la última década del siglo XX y la primera del XXI, muchos activistas del movimiento estudiantil fueron perseguidos, amenazados y víctimas de montajes judiciales que los obligaron al exilio. Salir del país por la fuerza implicó un desarraigo brutal, agravado por la angustia de ver cómo algunos de los que se quedaron fueron desaparecidos o asesinados.
Según la Comisión de la Verdad, entre 1962 y 2011 al menos 588 universitarios fueron asesinados. Estos crímenes ocurrieron tras una estigmatización sistemática del pensamiento crítico y la protesta social, frecuentemente asociados con la insurgencia. Como lo expresó la comisionada Marta Ruiz, “todas las víctimas que pusieron las universidades murieron por una profunda estigmatización del pensamiento”. Pero también hubo sobrevivientes. Buscamos a algunos de ellos para que nos contaran su historia: esa que pocas veces narran porque aún duele… y todavía da miedo.
"Sálvese quien pueda y en ese sálvese quien pueda yo estaba solo": Alejandro Gamboa
En los pasillos de la Universidad Nacional Alejandro Gamboa encontró la política; pero también las amenazas y la persecución. En este episodio relata un fragmento de su biografía, particularmente el paso del activismo estudiantil a la búsqueda por sobrevivir en un país donde pensar diferente podía costarte la libertad... o la vida.
"Creer que realmente la humanidad es mala, siendo uno humano, es muy fuerte": Erika Aguirre
En la Universidad Pedagógica Nacional, Erika Aguirre a sus 20 años encontró la amistad, la lucha estudiantil y la traición. Este episodio reconstruye cómo una invitación a una finca terminó en prisión, y cómo confiar en la persona equivocada la convirtió en blanco de un montaje judicial que la enfrentó con el Estado. Ella es una de las víctimas del llamado caso Lebrija.
"No podía volver, porque eso significaba la muerte, y mi elección era vivir": July Henríquez
En 1998, July Henríquez inició sus estudios de Derecho en la Universidad del Atlántico, donde también comenzó su activismo formal dentro del movimiento estudiantil. Sin embargo, su compromiso con la defensa de los derechos ya se había forjado antes de ingresar a la universidad, como miembro de Alma Mater, una organización en la que se formó como activista. Más adelante, desempeñó un papel clave en la creación del Comité de Derechos Humanos de la Universidad. No obstante, su labor incomodó a los grupos paramilitares de la región, lo que la obligó a abandonar Barranquilla en 2003. No pudo regresar a la ciudad ni reencontrarse con su familia hasta tres años después.
Mayo 2025, © Todos los derechos reservados